El circuito para la autorización de la comercialización consta de un procedimiento administrativo en tres etapas:
Evaluación de los riesgos para los agro ecosistemas, derivados del cultivo en escala comercial del material genéticamente modificado en consideración, flexibilización-, a cargo de CONABIA, etapa que lleva como mínimo 2 (dos) años de evaluación.
Evaluación del material para uso alimentario, humano y animal, la cual es competencia del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), etapa que se cumple en por lo menos 1 (un) año.
Dictamen sobre la conveniencia de la comercialización del material genéticamente modificado por su impacto en los mercados, a cargo de la Dirección Nacional de Mercados Agroalimentarios, de manera tal de evitar potenciales impactos negativos en las exportaciones argentinas.
Los cultivos que tuvieron mayor número de ensayos autorizados fueron maíz, girasol, soja y algodón, y en menor proporción trigo, papa, alfalfa y otros.
En la Argentina, los supermercados y las autoridades gubernamentales no han reparado en ello, y hasta la fecha los consumidores no pueden identificar entre la comida producida mediante la agricultura tradicional o la que se origina en los laboratorios de la ingeniería genética.
Evaluación de los riesgos para los agro ecosistemas, derivados del cultivo en escala comercial del material genéticamente modificado en consideración, flexibilización-, a cargo de CONABIA, etapa que lleva como mínimo 2 (dos) años de evaluación.
Evaluación del material para uso alimentario, humano y animal, la cual es competencia del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), etapa que se cumple en por lo menos 1 (un) año.
Dictamen sobre la conveniencia de la comercialización del material genéticamente modificado por su impacto en los mercados, a cargo de la Dirección Nacional de Mercados Agroalimentarios, de manera tal de evitar potenciales impactos negativos en las exportaciones argentinas.
Los cultivos que tuvieron mayor número de ensayos autorizados fueron maíz, girasol, soja y algodón, y en menor proporción trigo, papa, alfalfa y otros.
En la Argentina, los supermercados y las autoridades gubernamentales no han reparado en ello, y hasta la fecha los consumidores no pueden identificar entre la comida producida mediante la agricultura tradicional o la que se origina en los laboratorios de la ingeniería genética.
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